EL DOLOR DE YA NO SER

20 noviembre, 2008

"Villa Ocampo, Escenario de Cultura"





VILLA OCAMPO, LA INSÓLITA

Entre los árboles y el río, se levanta la casa que construyó el ingeniero Manuel Ocampo: sólida, francesa, bien proporcionada. Vivienda asignada a Victoria, la primera de las seis hermanas Ocampo, para que allí prosperara una familia más de la élite social de su tiempo, y destinada a ser una de las tantas mansiones de la aristocracia argentina, Villa Ocampo va a transformarse en un navío que transportará y difundirá los diseños y los proyectos de una generación transfigurada por la energía y la originalidad invencible de Victoria Ocampo.

Desde Villa Ocampo irradian los nombres que son reflectores de la primera mitad del siglo XX, una suerte de Siglo de Oro planetario detenido sólo por la segunda guerra mundial. Hasta allí llegan las cartas de Valéry, el piano donde se sientan Stravinsky y Ansermet, las discusiones entre Roger Caillois y Borges, las visitas de Malraux, de Indira Gandhi y de Graham Greene, las conversaciones entre Victoria y Camus. Allí aparecen María Elena Walsh y Atahualpa Yupanqui, Tita Merello y Ortega y Gasset, Ansermet y Alfonso Reyes. Desde allí parte la correspondencia de Victoria, un testimonio personal de riqueza inexplorada, que va desde Gabriela Mistral a Rabindranath Tagore pasando por Silvina Ocampo y Jauretche. El dial de Victoria anticipa la dimensión global, pero Villa Ocampo no es un espacio digital sino un lugar concreto de encuentros audaces e imprevisibles. En Villa Ocampo se discutía y hasta con aspereza sobre la guerra, el nazismo y el comunismo; no era en absoluto un ambiente exclusivamente literario o mundano. Allí convivían la poesía, el humor, la sorpresa, el talento —a veces el genio— y esa manera infalible de aliar la gran simplicidad criolla con la medida del mundo y las madreselvas al tapiz de Picasso.

(Fragmento del libro Escenario de Cultura)

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